MOTORCITY

Un oasis de diseño en el desierto de Alcañiz

Un diseño que fusiona la esencia del desierto con una arquitectura que se funde con el entorno

La Ciudad del Motor de Alcañiz se perfila como un enclave singular donde la arquitectura y el entorno desértico dialogan en armonía. Este desarrollo evoca el modelo de Las Vegas, pero con una visión más sostenible, alejada del artificio y enfocada en la integración con el paisaje. La propuesta no busca imponer un ícono foráneo, sino que el propio territorio inspire su forma y función. A través de una planificación compacta, materiales locales y estrategias bioclimáticas, este proyecto redefine la relación entre infraestructura y naturaleza, configurando un oasis contemporáneo en medio de la aridez.

Tipología

Masterplan, comercial, concurso de arquitectura (2º premio)

Emplazamiento

Alcañiz, ES

Tamaño

70.000 m²

Cliente

Ciudad del Motor de Aragon SA

Año

2007

Arquitectura

GRAS Reynés Arquitectos + MVRDV

Equipo

Guillermo Reynés, Stefan Witteman, Gerd Wetzel, Oana Rades, W.Y. Frank Chen, João Vieira Costa, José Antonio Escobar

Estructura

ARUP

Paisajismo

LES

3D Modelling

Stack Studios

Disposición compacta para un uso eficiente del espacio y el clima

Cada edificio del conjunto responde a un programa específico con su propio carácter y escala. Sin embargo, su disposición cercana permite compartir recursos como estacionamientos y espacios colectivos, generando sinergias que optimizan el uso del suelo. Este modelo compacto favorece la creación de un microclima y refuerza la identidad del enclave dentro de la inmensidad del paisaje desértico.

La elevación sutil de los bordes de los edificios genera amplias plazas protegidas del sol, ideales para el acceso y el desarrollo de actividades sociales. Además, este gesto arquitectónico permite incorporar fachadas de vidrio que conectan visualmente el interior con la plaza, reforzando la relación entre los espacios construidos y el paisaje circundante.

Materiales que se funden con el desierto y mejoran el confort

Los tejados de los edificios se recubren con materiales autóctonos, como arena rojiza, piedras y vegetación local. Esta estrategia no solo favorece la integración visual con el paisaje, sino que también actúa como un regulador térmico pasivo, reduciendo la temperatura interior y mejorando la eficiencia energética del conjunto.
Las fachadas se diseñan con muros estructurales de hormigón pigmentado en blanco, lo que potencia la reflexión solar y mejora el rendimiento térmico. Este contraste con el entorno árido acentúa la sensación de oasis y refuerza la identidad visual del proyecto.

Conectividad eficiente para un acceso fluido y flexible

El desarrollo de una nueva carretera en el norte, en conjunto con la vía principal ya planificada, configura un sistema en anillo que garantiza el acceso eficiente a cada edificio, tanto en la actualidad como en futuras fases de expansión. Además, este trazado permite la conversión ocasional del sector sur en un boulevard peatonal, reforzando la vocación pública del proyecto. Los estacionamientos se integran en la planificación general, diseñados en uno o dos niveles según la demanda de cada fase. Ubicados bajo las plazas sombreadas, estos espacios no solo optimizan la movilidad, sino que también funcionan como mecanismos de refrigeración pasiva, captando aire fresco nocturno y ayudando a regular la temperatura de los edificios.

Los estacionamientos se integran en la planificación general, diseñados en uno o dos niveles según la demanda de cada fase. Ubicados bajo las plazas sombreadas, estos espacios no solo optimizan la movilidad, sino que también funcionan como mecanismos de refrigeración pasiva, captando aire fresco nocturno y ayudando a regular la temperatura de los edificios.

 

Áreas de vegetación que redefinen la experiencia del espacio público

La disposición estratégica de los edificios y la topografía natural del terreno configuran un mosaico de jardines temáticos entre las construcciones. Desde una zona de juegos acuática junto al hotel hasta un huerto de olivos junto al edificio administrativo, cada espacio aporta biodiversidad y frescura, convirtiendo el conjunto en un oasis autosuficiente.

El tratamiento del agua y la variedad de vegetación generan un efecto de enfriamiento natural, reforzando el confort climático en los espacios abiertos. Los jardines están conectados mediante rampas y escaleras, creando un recorrido fluido entre las distintas áreas del proyecto.

La historia preservada en el corazón del proyecto

Los vestigios arqueológicos presentes en el área se respetan en su totalidad, manteniéndose intactos como parte integral del paisaje. Lejos de ser modificados o desplazados, estos elementos se incorporan como testigos silenciosos del pasado, enriqueciendo la narrativa del proyecto y su relación con el territorio.

Entre los bloques construidos, se generan caminos que emergen de la misma tierra, estableciendo conexiones fluidas entre el conjunto arquitectónico y su entorno natural. Estos senderos cubiertos no solo facilitan el tránsito peatonal, sino que refuerzan la integración del proyecto con el paisaje, diluyendo los límites entre lo construido y lo natural.